miércoles, 22 de noviembre de 2006

APORTES PROTESTANTES A LA TEOLOGIA LATINOAMERICANA

Aportes protestantes a la teología latinoamericana
Manuel Ossa
(contribución a un Panel del Foro Social Chileno el 25 Nov 2006)

En este panel, voy a destacar cuatro aportes protestantes a la teología latinoamericana llamada “de la Liberación”.

Estos cuatro aportes pueden resumirse telegráficamente en las siguientes proposiciones:

1. Partiendo de la crítica racional de la Ilustración, se acepta la sociedad secular como un hecho y un desafío;
2. Desde la experiencia compartida de los “oprimidos” se desconstruye la conciencia eclesiástica de ser “pueblo elegido”;
3. Desde el sufrimiento de los “excluidos”, se reconoce a la “justificación” como un llamado a construir una sociedad “inclusiva”;
4. Desde la crítica a los poderes de la exclusión – dictaduras políticas, imperialismos económicos, totalitarismos de mercado -, se recobra la esperanza como un contra-poder que afirma como posible y comienza ya a construir una realidad nueva. Lo “utópico”se posiciona así no como un sueño irreal, sino como lo que “debe tener lugar”.

1.- Partiendo de la crítica racional de la Ilustración, se acepta la sociedad secular como un hecho y un desafío

Los misioneros protestantes y las iglesias evangélicas implantadas en la región a comienzos del siglo XX pertenecían a una de dos tendencias opuestas: o bien eran fundamentalistas por su interpretación literal de la Biblia, o bien eran moralistas en cuanto al supuesto de que lo decisivo para reorientar a los pueblos latinoamericanos era la conversión ética o moral de los individuos.
En oposición a estas dos tendencias, se constituyó a comienzos de los años 60 un grupo de trabajo llamado “Iglesia y Sociedad en América Latina” (ISAL)(1) como rama de trabajo especializada del Consejo Mundial de Iglesias (CMI). Este grupo de trabajo definió el rumbo que debería tomar el protestantismo en América Latina como un retorno a las fuentes bíblicas. Pero era un retorno crítico. Para ISAL, la misión de evangelizar no significaba “tanto ‘ganar’ personas para la Iglesia, cuanto crear una situación humana en la que el hombre [pudiera] responder afirmativamente al llamado de la gracia realizado por Dios en Jesucristo”(2) .
Así se daba un paso inédito dentro del protestantismo latinoamericano: el de afirmar que lo esencial no está en preocuparse cómo la iglesia pueda crecer como cuerpo, sino en trabajar por volver humanas las condiciones de vida de todos en la sociedad. Esto significa respetar la autonomía de un mundo secularizado y aceptar su desafío que era, en palabras de Bonhoeffer, “vivir una ‘santidad mundana’ a través de un cristianismo no religioso”(3).

2. Desde la experiencia compartida de los “oprimidos” se desconstruye la conciencia eclesiástica de ser “pueblo elegido”

En los años 70 se funda el DEI como organismo ecuménico de reflexión socio-religiosa y política. Los protestantes asumen la relectura bíblica, haciendo nueva exégesis a partir de la experiencia de los empobrecidos.
En 1979 Elsa Támez, colaboradora del DEI, destaca en su obra La Biblia de los Oprimidos( 4) que la categoría de “opresión” designa el centro o “meollo del contexto histórico donde se desenvuelve” el mensaje bíblico y que “sólo a partir de este centro podemos comprender los significados de fe, gracia, amor, paz, pecado y salvación”. Es decir, los temas básicos del cristianismo.
En este su primer trabajo académico, Támez discierne ciertas estructuras constantes en las formas como se lleva a cabo la opresión, sus motivaciones, sus efectos personales y las configuraciones sociales que de ella se derivan. El enjuiciamiento ético que realizan los autores bíblicos en nombre de su Dios Yahvé va hasta destruir o poner radicalmente en tela de juicio afirmaciones o creencias tan establecidas, como la de que Israel sea pueblo de Dios o su heredad. Israel es pueblo de Dios sólo porque y cuando está oprimido; pero deja de ser pueblo de Dios apenas se convierte en un opresor, pues entonces Dios llama a otro pueblo para que le impida seguir siéndolo. Hay más: si Dios quiere liberar a Israel de la opresión no es para darle un estatuto superior o dominador con respecto a otros pueblos, sino para hacer que todos los pueblos vivan comunicándose como iguales: “Aquel día habrá una calzada de Egipto a Asiria … y los egipcios con los asirios servirán a Yahvé. … Bendito mi pueblo Egipto, y Asiria, obra de mis manos, e Israel, mi heredad (Is. 19,23-25).
De esta comprobación, deberían seguirse consecuencias para la institución eclesial. Volveremos sobre este punto en la conclusión.

3.- Desde el sufrimiento de los “excluidos”, se reconoce a la “justificación” como un llamado a construir una sociedad “inclusiva”

La reflexión de Elsa Támez se ha seguido desarrollando en obras posteriores suyas, como su muy notable contribución a la doctrina luterana de la “justificación” . En esta obra, el punto de vista se amplía: la clave bíblica no es ya la categoría de “oprimidos”, sino la más amplia de “excluidos”, la cual, a su juicio, trasciende la opresión económica, aunque la implica(6).
En la reinterpretación que Támez hace de las epístolas de Pablo a los Romanos y a los Gálatas, la obra de Dios realizada en Jesucristo – es decir, la “justificación” - ha consistido en incluir a los excluídos, terminando así con un mundo en que domina el “pecado”, al cual se lo define como la “injusticia” de la exclusión. En sus palabras, la justificación consiste en que, “para Pablo, Dios ha de intervenir en la historia anunciando la buena nueva de la transformación de los seres humanos en hermanos-hermanas y sujetos que hacen justicia gracias a la fe de Jesucristo y a la fe en Aquel que resucita a los muertos”(7).
El anuncio de la justificación por la fe de Jesús en el Dios de la vida es un anuncio de la trasformación que Dios mismo opera en los seres humanos para que nos
dejemos de exclusiones. Por ello, es también un llamado a quienes acogen este anuncio para que sigan recibiendo esa acción de Dios y la prolonguen hacia el mundo alrededor suyo. La comunidad de los creyentes se transforma así en la comunidad que hace justicia incluyendo a los excluidos y sólo tiene razón de ser – es decir “justifica su existencia” - en la medida en que es portavoz de esta inclusión universal.

4. Desde la crítica a los poderes de la exclusión – dictaduras políticas, imperialismos económicos, totalitarismos de mercado -, se recobra la esperanza como un contra-poder que afirma como posible y comienza ya a construir una realidad nueva. Lo “utópico” se posiciona así, no como un sueño irreal, sino como lo que “debe tener lugar”

En relación con las investigaciones anteriores, y por cierto vinculándose con los estudios hermenéuticos desarrollados en Europa y los Estados Unidos, diversos grupos de pastores y teólogos han continuado la tarea de re-lectura de la Escritura desde las situaciones latinoamericanas y tercermundistas (8). Entre estos cabe destacar la labor del profesor holandés Hans de Wit como formador de pastores en la Comunidad Teológica de Santiago e intérprete de la Biblia en estrecho contacto con la “humillación del pueblo” (9) durante la dictadura militar en Chile.
Con ocasión de la celebración de los 500 años de la conquista por los europeos de esta región actualmente llamada América Latina, pero antes “Abya Yala” por los indígenas mesoamericanos, el Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI) tuvo la feliz iniciativa de invitar a un grupo de jóvenes biblistas y pastores a trabajar temas bíblicos. (10). En estos apuntes encuentran un eco, se puede decir reforzado, varias re-lecturas bíblicas. Éstas recurren a datos ya establecidos de las ciencias históricas (11), pero lo hacen desde la perspectiva de situaciones latinoamericanas.

a) contra la y las “conquistas” (colonizadoras o imperiales)

Así por ejemplo, vuelven a leer relatos tan belicosos como los de la “conquista” de la tierra de Canaán, en los libros de Josué y Jueces, para mostrar que el Dios de Israel está “contra toda conquista” y más bien por el entendimiento y la integración de los pueblos. Esta conclusión les permite criticar la “conquista” ibérica de Abya-Yala o Indoamérica.
Los autores apoyan esta tesis en que los redactores de los textos en cuestión utilizaron las imágenes bélicas de una “conquista”, que, de acuerdo a las investigaciones modernas, carece de base histórica (12), sólo como símbolos o figuras literarias que dieran esperanza a los exiliados, para ayudarles así a superar la situación de depresión o angustia en que se encontraban en la Babilonia del siglo VI, situación en la que hallan semejanza con la del pueblo empobrecidos de América Latina (13).

b) contra el poder dictatorial e imperialista

Las experiencias latinoamericanas de opresión bajo las dictaduras, ha llevado a investigar más profundamente el sentido de la crítica profética al poder de los reyes en el Antiguo Testamento, y las experiencias de desesperanza, decaimiento y fracaso de los pueblos empobrecidos ha vuelto a despertar el interés por experiencias semejantes hechas por el pueblo de Israel en situación de ocupación imperial extranjera, o de exilio, como también por las primeras comunidades cristianas bajo el imperio romano (14). No se busca con ello ninguna orientación práctica para la acción política, - pues la diferencia de situaciones históricas deslegitimaría de antemano cualquier tipo de trasposición -, sino más bien reencontrar la profundidad de experiencia humana que les permitió a las comunidades israelitas y cristianas esperar contra toda esperanza y fundamentar su resistencia a los poderes alienantes.

c) La esperanza como configuración activa de una utopía.

Al interpretar desde la situación latinoamericana el cambio cultural que trajo el protestantismo a la relación entre individuo y sociedad, Rubem Alves completa y confiere realismo a la idea de esperanza (15).
El principio protestante de la libertad del individuo frente a las estructuras de autoridad no debe ser pensado en términos dualistas, como lo ha hecho el fundamentalismo, sea oponiendo la salvación del individuo a la condenación del mundo, sea proponiendo la conversión de los individuos como la solución para la renovación social – mediante una suerte de sumatoria de inviduos convertidos de la que saldría automáticamente la sociedad nueva.
La oposición del individuo a la estructura debe ser entendida más bien en términos dialécticos: el individuo libre se opone a la estructura opresora en cuanto que penetra en ella – mediante la política y la lucha – para transformarla.
En este mismo sentido entiende Alves al protestantismo como “utopía”: el protestante dice que la sociedad que él busca – el reino de Dios - “no tiene lugar” (“u-topía” significa “no-lugar”) en las estructuras socioeconómicas y políticas opresoras o excluyentes. Pero negar estas estructuras no es para evadirse de ellas, sino para ponerse a buscar y realizar en la misma sociedad otras formas de convivencia que puedan “tener lugar” un día. El término de la “utopía” no es la negación, sino la posición y configuración de un nuevo lugar.

Resumen crítico

Como se lo ha visto, son varios los aportes protestantes que han contribuido a producir un vuelco en la teología latinoamericana y la interpretación de la Biblia. Tal vez por no estar sometida a un magisterio doctrinal como el de la Iglesia Católica, la teología protestante se ha movido a veces con alguna mayor libertad de espíritu. Sin embargo, se advierte una tensión y hasta un hiato entre la propuesta de los teólogos y la aceptación por parte de las iglesias.
La propuesta de secularización lanzada ya desde los años 60 por Julio de Santa Ana no ha logrado implementarse en la vida institucional de las iglesias protestantes.
La crítica de la categoría teológica de “elección” con respecto al pueblo de Israel, y por consecuencia también respecto a la iglesia, debía terminar, como lo hemos visto, con el carácter exclusivo con que la iglesia cristiana se ha sentido “elegida” y comenzaba a desbancar, por tanto, a sus miembros del zócalo de privilegio en que creían encontrarse como “escogidos”. Terminado este privilegio, los miembros de la iglesia deberían haberse puesto de preferencia al servicio de tareas puramente seculares, respondiendo con medios, métodos y objetivos también seculares a las urgencias sociales, económicas y políticas del momento. No ha sido así. La institución eclesiástica ha demostrado tener una inercia secular demasiado pesada como para relativizarse hasta ese punto. Sus tareas y proyectos en el plano de la educación, de la asistencia social e incluso de la política ha apuntado más bien a objetivos internos, como la supervivencia o el acrecentamiento institucional, que al compromiso por humanizar el mundo de los oprimidos y excluidos.
En este mismo sentido cabe preguntarse si los seguidores de Jesús hemos tomado en serio que nuestra corporatividad como “cuerpo de Cristo” sólo tiene razón de ser en cuanto que realiza en sí misma la inclusión universal de todas las diferencias y los diferentes y procura extender esta inclusión a la sociedad civil por la denuncia de todas las barreras de intolerancia y segregación y por un compromiso político activo por su abolición.

Notas

(1) Inspirados en Richard Shaull, teólogo estadounidense, y en teólogos europeos como Dietrich Bonhoeffer y Paul Tillich, participaron de una u otra manera en este grupo de trabajo, entre otros, el teólogo uruguayo Julio de Santa Ana, el teólogo, literato y psicoanalista Rubem Alves de Brasil, - de cuyo aporte visionario se hablará en el último punto de esta ponencia - , y el Profesor y Pastor José Míguez Bonino, quien lo hizo tanto desde su cátedra en el Instituto Evangélico de Teología, ISEDET, de Buenos Aires, como en sus diversas actividades ecuménicas, en un esfuerzo por acercar el pensamiento y la acción de las iglesias evangélicas al agitado mundo de las decisiones políticas. ISAL inicia el 1971 la publicación desde Montevideo de la revista Cristianismo y Sociedad, en cuyo consejo de redacción, además de teólogos católicos como Hugo Assmann, está también José Míguez Bonino. ISAL fue uno de los promotores y participantes del Primer Congreso Latinoamericano de “Cristianos por el Socialismo”, tenido en Santiago en abril de 1972
(2) Julio de Santa Ana, Protestantismo, Cultura y Sociedad – Problemas y perspectivas de la fe evangélica en América Latina, Ed. La Aurora, Buenos Aires, 1970, p. 13.
(3) Julio de Santa Ana, o.c., p. 29. Con esta descripción, Julio de Santa Ana concuerda con la postura que el teólogo protestante alemán Dietrich Bonhoeffer pedía del cristiano en un mundo secularizado. Santa Ana dedica el cap. III de la obra citada a analizar el aporte de Bonhoeffer, de quien dice que “da la pauta del ejercicio de la piedad protestante en nuestro tiempo … “ (o.c., p. 15).
(4) Elsa Támez, La Biblia de los Oprimidos – la opresión en la teología bíblica, Dei, San José de Costa Rica, 1979, cf. p. 12
(5) Elsa Támez, Contra toda condena. La justificación por la fe desde los excluidos, Editorial DEI, San José de Costa Rica, 1990; su art. “Justificación” en Conceptos Fundamentales del Cristianismo (Ed. Trotta, 1993), p. 665-675.
(6) O.c. Contra toda condena, cap. III, 137 y 142.
(7) Con esta reinterpretación, la teología latinoamericana desde los excluídos completa la obra comenzada por exégetas anteriores, como Käsemann, que ya habían desarrollado las dimensiones sociales y políticas de una “justificación” que Lutero había percibido casi exclusivamente en términos individuales. Ver Ernst Käsemann, “La justicia de Dios en Pablo” en Ensayos exegéticos.(Ed. Sígueme, Salamanca, 1978), publicado por primera vez en 1961 en la revista Zeitschrift für Theologie und Kirche. Cf. p. 277. Beltrán Villegas, en su artículo “Una visión de la gracia: la justificación en Romanos”, Teología y Vida, 28 (1987), p. 277-305, profundiza la investigación exegética sobre el punto y verifica, con aportaciones originales, la línea de investigación iniciada por Käsemann en Alemania y Stanislas Lyonnet en Francia.
(8) Para tener una visión panorámica y a la vez crítica de algunas de estas líneas de trabajo, ver la obra de Hans de Wit, En la dispersión el texto es patria – Introducción a la hermenéutica clásica moderna y posmoderna, Universidad Bíblica Latinoamericana, San José de Costa Rica, 2002, capítulo 3, nº 7 “Hermenéutica latinoamericana”. Sin embargo, por detenerse en algunos aspectos criticables de esta hermenéutica, el autor no considera o no llega a valorar debidamente ciertas líneas de trabajo. Por ejemplo, no menciona a Elsa Támez en el párrafo sobre la teología latinoamericana. Por eso no considera las dos obras que aquí se están mencionando. De Elsa Támez nombra sólo en las obras que escribió después de 1996, es decir, las que se refieren a la teologia feminista – a la que de Wit dedica el nº 8 del mismo capítulo.
(9) Cf. Hans de Wit, He visto la humillación de mi pueblo – Relectura del Génesis desde América Latina, Ed. Amerinda, Satiago de Chile, 1988
(10) Lo hicieron en una intensa jornada de estudios, en septiembre de 1991, en el Seminario Bíblico Latinoamericano. El resultado de sus reflexiones quedó apuntado en la obra Martirio y Esperanza – Reflexiones bíblicas sobre los 500 años, Consejo Latinoamericano de Iglesias, Quito, Ecuador, 1992
(11) Ver la obra clásica de Martin Noth sobre la Historia de Israel, Introducción, § 3, p. 29 (10ª edic., Geschichte Israels, Vandenhoek & Ruprecht, 1986. La primera edición de su Geschichte Israels es de 1950.)
(12) Quienes llegaron a Canaán fueron unos cuantos grupos de nómades que se sedentarizaron en lugares poco poblados. Se llamaban “hebreos” o “habiru” nombre que no designaba tanto a un pueblo o una raza, sino más bien “una posición jurídico social determinada … de gente con menos derechos y con pocos medios económicos que prestan servicios donde y como se los necesite”. Estos “habiru”, más que conquistar un territorio, lo que hicieron fue integrarse con las poblaciones autóctonas de Canaán, dándoles una vinculación territorial y religiosa, a la que se la designa hoy como anfictionía. Martin Noth, o.c., Parte I, cap. I y III.
(13) Esta forma de relectura bíblica a partir de las intuiciones prestadas por situaciones latinoamericanas se ha proseguido y profundizado en diversos ensayos o estudios que procuran buscar algunos elementos de correlación o comparación de las situaciones históricas contemporáneas en Latinoamérica con las situaciones históricas en que se originaron los textos bíblicos. Corresponde al método propuesto por Carlos Mesters, teólogo católico, uno de los fundadores del Centro de Estudos Bíblicos (CEBI) en Brasil desde su fundación en 1979, quien habla del “triángulo hermenéutico”, donde se parte del análisis de la realidad (personal, comunitaria y social), para ir a la Biblia, e iluminar desde allí la vida comunitaria. Otros Centros Ecuménicos, como el CEDEBI de Colombia y el CEDM de Chile van también en esta línea de interpretación llamada “lectura popular de la Biblia”. Este esfuerzo se muestra, entre otras, en la iniciativa ecuménica de la publicación de la Revista de interpretación bíblica latinoamericana (RIBLA), cuyo primer número vio la luz en 1989. Entre los temas tratados en esta revista están los siguientes: lectura popular de la Biblia en América Latina (nº1); Violencia, poder y opresión (nº 2); la opción por los pobres como criterio de interpretación (3); Vida cotidiana: resistencia y esperanza (nº 14); Solidaridad y redención (nº 18). En esta revista, aparecen como autores frecuentes, junto con las protestantes Milton Schwantes, Jorge Pixley, Elsa Támez, Hans de Wit, Dagoberto Ramírez, Néstor Míguez, los católicos Gustavo Gutiérrez, Pablo Richard, Franz Hinkelammert, Severino Croatto, José Comblin, Carlos Mesters.
(14) Ver en este sentido varias obras de Hans de Wit, como la ya citada relectura de los seis primeros capítulos del Génesis, en: He visto la humillación de mi pueblo – Relectura del Génesis desde América Latina; y El libro de Daniel – Una relectura desde América Latina, Ed. Rehue, Santiago de Chile, 1990.
(15) Rubem Alves, Dogmatismo e Tolerancia, Ed. Paulinas, Saô Paulo, 1982, cap. 9, “Há algum futuro para o protestantismo en América Latina? (1970)”

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Seguir con el tema religioso como una oportunidad para orientar una ética posible me parece que es un retroceso respecto a las cualidades del humanismo laico. Seguir refiriendo a la religion en terminos liberadores tomando en cuenta los siglos de infamia papal, disputas territoriales escusadas bajo la cruz, fundamentalismos y sobre todo esa tendencia bobalicona de la mayoria de quienes se golpean el pecho hacen ver que mejor seria dejar de hablar de religion. Veo que sos una persona íntegra y buena, pero considero que ya sería tiempo de atraverse a vivir el presente terreno sin buscar un padre al que cargarle la culpa de nuestras miserias como especie. La teologia de la liberacion poco o nada han hecho por nuestro pueblo.
HUmildemente, saludos de una rosarina.

Manuel Ossa y Verónica Salas dijo...

Gracias, Amanda Fechine, por su/tu comentario. De acuerdo en "vivir el presente terreno sin buscar un padre al que cargarle la culpa de nuestras miserias como especie". El teólogo Dietrich Bonhoeffer lo expresaba así: "vivir, como si Dios no existiera". Y el brasilero Rubem Alves, teólogo y psicoanalista y poeta, dice algo así: _"la salvación por gracia significa que es inútil preocuparse del más allá - que pertenece a Dios. Somos libres para ser totalmente de este mundo, haciendo las cosas que nos manda la conciencia". Ese sería un aporte protestante... Me gustaría serguir conversando con vos... cómo? quédirección?